#Santiago2023 / Argentina en Santiago: el típico balance
Un aluvión de medallas rescató a Argentina de la que hubiera sido su peor posición histórica en el medallero de un Juego Panamericano: el sábado, 9 oros hicieron trepar a Argentina al séptimo lugar, y tres primeros puestos el domingo cimentaron su colocación en Santiago 2023.
La delegación finalizó su participación con un total de 75 preseas, 17 de oro, 25 de plata y 33 de bronce, además de sumar 11 plazas para los Juegos Olímpicos de París 2024: así, Argentina repite las actuaciones del país del resto del siglo XXI, a excepción de Lima 2019, la anterior edición del megaevento deportivo del continente, en el que la delegación albiceleste terminó quinta, tras ganar estrafalarios 33 oros.
Lo habíamos dicho: la foto de Lima era engañosa, y colocaba la vara demasiada alta para estos Juegos de Santiago que terminaron ayer. Lima debió haber reflejado de otra manera un presente deportivo de crisis, con una modificación en la forma de financiar el Ente Nacional de Alto Rendimiento que provocó la pérdida de presupuesto y del valor de las becas, y cambios de jerarquía a la cartera deportiva. Pero procesos iniciados antes de la crisis, marcianos, contextos favorables en lo deportivo y un poco de épica conformaron una actuación para todos los tiempos.
Desde entonces, para colmo, el estado de crisis se volvió permanente: Deporte volvió a ser un ministerio, aunque compartido con Turismo, mientras la inflación depreciaba la beca y no se corregía la forma de financiar el Enard, atado al Presupuesto nacional en tiempos de devaluaciones y faltantes constantes. La preparación, en ese contexto, no pudo ser la adecuada: menos viajes de entrenamiento, menos posibilidades de comprar implementos, y en muchos casos, la necesidad de trabajar, al margen de los entrenamientos, se volvieron moneda corriente en las historias camino a Santiago. Y hasta aparecieron las infames rifas, para financiar viajes y costos que el Enard ya no cubría.
Los seis años de crisis pronunciada del país y el deporte de alto rendimiento se vieron reflejados, ahora sí, en los primeros días de competencia, cuando las medallas no llegaban y se volvía evidente que los 33 oros de Lima ya no podrían alcanzarse. La competencia panamericana continuó en esa tónica para Argentina: muchos “quintos puestos”, al borde de medalla, y varios bronces y platas, pero ningún oro: Argentina ingresó al fin de semana de las definiciones décimo, con apenas 5 oros.
Entonces, fue al rescate el deporte por equipo: el básquet masculino, el handball de varones, en una actuación para todos los tiempos ante Brasil, Los Pumas 7 y Las Leonas, en picante partido contra Estados Unidos, aportaron cuatro oros el sábado, que se sumó al primer lugar que el viernes, con arbitrajes polémicos, consiguieron Los Leones ante Chile. Y que se sumaron a dos de la vela y otros dos del canotaje, ese mismo sábado en el que Belén Casetta volvió a demostrar su calidad de “corredora de las grandes pruebas”: a seis meses de ser madre, ganó los 3000 con obstáculos con record panamericano, y se convirtió en la primera mujer argentina de la historia en subirse a lo más alto del podio de una prueba de pista en la cita más importante del deporte continental, y la primera en conseguir un título panamericano desde Winnipeg 1999, si se tienen en cuenta también las competencias de campo.
Con esa actuación de fin de semana, Argentina lideró un imaginario medallero de deportes colectivos, por sobre Brasil y Estados Unidos, con 5 oros (hockey por duplicado, rugby, basquet, handball) a pesar de la ausencia del fútbol masculino y de no conseguir defender el título del voley en Lima 2019. Argentina es supremacía en deportes por equipo
Pero, ¿hasta cuándo? La Liga Nacional de Básquet, semillero de la Generación Dorada, se encuentra en un proceso de atomización y dudas sobre su futuro, que ya repercute en el presente de la Selección. Su contraparte femenina se encuentra hace años achicandose. El vóley local lucha, busca su lugar, sin demasiado éxito a pesar del bronce de Tokio 2021. El handball sigue con sus competencias de índole amateur, que obligan al éxodo temprano. Y la base de todo, los clubes, han perdido fuerza en la vida deportiva de los argentinos: en sus predios se concentra la infraestructura deportiva de la patria, pero se descascara, se inunda y se pierde cada vez más seguido.
Los clubes, en crisis siempre, y cada vez más, han desaparecido de la agenda deportiva hace rato, considerados nostalgia inútil. Pero es allí de donde salen nuestros atletas. Al analizar deporte de alto rendimiento, en Argentina, demasiado a menudo se analiza el Enard, el valor de la beca, los vaivenes de su estructura, su financiamiento. Pero el medallero responde sobre todo a algo que va más allá de esa cúspide de la pirámide deportiva: el lugar de donde emergen los deportistas está resquebrajado.
Y con esa base, que produce no solo deportistas en equipos, sino taekwondistas y judocas campeones olímpicos, remeros y palistas campeones panamericanos, cada vez más achicada, cada vez más localizada en un puñado de centros de excelencia a lo largo del país, ¿de dónde van a salir las medallas de los Juegos Panamericanos de 2027, de 2031?
Este análisis no se trata de demagogia: se repitió bastante durante los Juegos que Argentina había perdido medallas respecto a Lima porque Estados Unidos y Canadá habían bajado a Chile con más nivel. Y sí, es cierto, algunas preseas que no se trajo el remo, algunos oros que no consiguió el canotaje, se pueden explicar allí. Pero EE UU consiguió dos oros menos, siete medallas menos, que en Lima. Brasil, Canadá y, sobre todo, México, sí elevaron su performance de oros: el país centroamericano logró 15 primeros puestos más que en Lima. Pero esta repartija no parece explicar del todo cómo, sobre más de 450 eventos, Argentina pasó de 33 oros a 17.
En Lima, la natación aportó cuatro oros frente a ninguno en Santiago: tres de ellos fueron producto de la excepcional Delfina Pignatiello, ya fuera del deporte por motivos que el deporte mismo debería analizar (lo mismo le ocurrió a toda su generación de nadadores, que deberían haber sido protagonistas de estos Juegos). El remo aportó 3 oros en Lima, ninguno en Santiago, y eso sí puede adjudicarse a los rivales en ambas competencias. Después, la vela y la pelota hicieron lo suyo, al igual que los deportes colectivos (faltó el fútbol, campeón en Lima, y el voley fue plata). El canotaje sumó menos oros (2) pero la misma cantidad de medallas, y sobreanalizar esa merma sería no comprender que la lógica deportiva es la lógica humana, que hay mejores y peores días, mejores y peores momentos. Lo mismo con el taekwondo, que no pudo aportar su oro de Lima (Lucas Guzmán, campeón defensor, fue plata).
El análisis medalla por medalla deja algo en claro, en este sentido, que el diagnóstico de una política deportiva, de una patria deportista, no puede realizarse en base al vaivén caprichoso de los resultados de una sola competencia. ¿Cambiaba algo del diagnóstico si un par de platas se volvían oros? Un tiro dos centímetros más acá, una patada unos milímetros más acá… Y si Argentina perdía un par de oros, en algunas de esas definiciones cerradas en las que salió airoso, y caía al octavo, o al noveno lugar, firmando su peor actuación histórica en Juegos Panamericanos, ¿hubiera sido esa la razón para entrar en acción, para pensar soluciones?
El medallero no puede determinar el futuro. Es apenas una foto con un par de indicios: Argentina sigue siendo potencia en deporte colectivo, y esa supremacía deberá protegerse porque, como demostró el fin de semana, sin ese deporte Argentina se hundiría en la competencia panamericana; pero justamente esa falta de diversidad en la conquista de preseas indica una cultura deportiva atomizada, cada vez más pequeña. Y allí, las pistas del medallero apuntan más abajo, más allá del alto rendimiento, de las becas y los presupuestos: ¿qué pasa en las bases? Incluso si no queremos es velar por la salud de los jóvenes del país, inculcar hábitos saludables, promover su socialización a través del deporte, incluso si lo único que miramos es el medallero, se vuelve cada vez más evidente que la endeblez de las bases deportivas ya está teniendo consecuencias.
¿Cómo le fue, entonces, a Argentina en Santiago 2023? Le fue como le podía ir, y como le tenía que ir. Mucho más que en Lima.