“La idea es poder retirarme del deporte haciendo algo lindo”
Ya pasó el extendido ciclo olímpico hacia Tokio 2020 -en 2021- y Sabrina Ameghino le apunta a los Juegos Panamericanos de Santiago 2023.
El nuevo objetivo es grande: “Inicialmente, la idea es tratar de llegar a un próximo Juego Panamericano; ya lo hablé con el entrenador. No de forma individual, no quiero esa tortura ni esa carga. Quiero ser parte de un bote de equipo, divertirme, disfrutar, siempre y cuando el rendimiento esté acorde: si estoy para estar en el bote, voy a estar; si no, no”.
Y es grande en serio el nuevo objetivo. Campeona en el K1 200 de los Juegos Panamericanos de Lima 2019, y bronce en el K4 500, Ameghino suma nueve medallas en panamericanos, y junto al ciclista Walter Pérez son los máximos medallistas argentinos. De clasificar a Santiago 2023, “en mi caso serían los sextos panamericanos. Y ya que se habló de números después de los últimos Juegos, tratar de obtener esa décima medalla en Juegos y ya está”. Ese es el nuevo horizonte. Y después: “Si llegamos hasta ahí, hasta ahí. Y si vemos que llegamos bien, enteras, con un bote de equipo con futuro, proyecto… Bueno, se estirará un añito más y se intentará nuevamente la clasificación olímpica”.
Ameghino definió mano a mano con Brenda Rojas, en mayo de este año, la plaza olímpica para Tokio. “La realidad es que desde siempre supe que ‘Bren’ (Rojas) tenía las condiciones y era la que tenía que estar. Si a mí me decían: ‘Podés llevar a una sola persona a los Juegos Olímpicos’. Yo entrenador, la agarraba a Brenda, la ponía a entrenar y me la llevaba a ella. Era algo sabido, pero no deja de doler hasta el hígado”, resume.
Por un lado, el nivel de Rojas, que en Tokio “demostró que estaba a la altura de los Juegos”. Pero por otro, una pandemia. Y sintetiza Ameghino: “La atleta que se bajó del bote en marzo de 2020, ya no está. Y no creo que sea posible recuperar eso. Si tuviese 22 años, diría: ‘Sí, es posible’. Pero a mi edad es muy difícil. La que más estuvo fuera del agua fui yo, se sintió muchísimo. Me recuperé superbién, pero ya no tengo ni la misma fuerza, ni la misma pasada. Y si bien están la actitud, el ímpetu, hay cosas que faltan y el alto rendimiento es fino; si falta un pequeño detalle, se complica”.
Ameghino destaca que el parate obligado dejó cosas positivas. Se reenganchó con el estudio, retomó inglés, el trabajo, los chicos del canotaje. “Estuve activa, a full, más que si estuviera entrenando”. Y por sobre todo: compartió mucho más tiempo con Vera.
Sin embargo, en términos deportivos y pandemia mediante, también hay un aspecto que se debe resaltar: “A pesar de lo que pasó, fuimos a competir, estuvimos en dos copas del mundo; por primera vez en la historia tuvimos que definir face to face una plaza olímpica entre nosotras, con un nivel muy bueno entre ambas… Creo que fue muy positivo, porque sin entrenar casi dos años, los resultados fueron buenos”.
Pero de nuevo: en el balance del ciclo olímpico que ya se cerró, y que en el medio tuvo su primera medalla dorada en Juegos Panamericanos, “uno buscaba ese objetivo [la clasificación a Tokio], ¿no?”. Y describe: “Cuando ganaste, la alegría es efímera. Y cuando perdiste, te acordás hasta… Somos seres humanos y eso es algo raro en nosotros, no entiendo por qué el fracaso nos dura más, o fallar nos dura más que disfrutar lo bueno que pasó”.
Borrón y cuenta nueva, por delante Santiago 2023. “Soy consciente de que ahora voy a tener que romperme el lomo más de lo que lo venía haciendo. Las chicas están cada vez en un mejor momento y yo con suerte sigo en el mismo, quizá un chiquitín más abajo. Así que es tolerar, aguantar, ver cómo se llega. Intentar lo voy a intentar, eso es seguro. No puedo quedarme con la duda de saber si se podía llegar bien o no”.