#equitación / Otro diploma para Albarracín: “No hay que descansar, hay que levantar la equitación argentina”
Con el caballo cansado llegó Matías Albarracín a Tokio: Cannavaro 9, su fiel ladero de aventuras olímpicas, arribó en Japón ya grande, pero volvió a demostrar su estirpe ganadora al meter a Argentina en la final de saltos por equipo y darle al jinete platense su segundo diploma olímpico en su segundo Juego Olímpico.
El equipo de saltos, compuesto por Albarracín, Fabián Sejanes, Martín Dopazo y José María Larocca, que no participó en las pruebas por equipo porque su caballo, Finn, no estaba al 100%, terminó séptimo en Tokio 2020, la cuarta mejor participación de la equitación argentina en la historia olímpica. Y lo hizo a pesar de los obstáculos: además del retiro de Finn, Argentina llegó con falta de roce y competencia por la pandemia, en gran desventaja con los europeos, y con Cannavaro veterano, al punto de que lo retiraron de las pruebas individuales para enfocarlo en la prueba por equipos.
Una apuesta que dio sus frutos ya que, en el cierre de la clasificación Albarracín y su fiel ladero le dieron el pase a la final a Argentina. Una vez allí, Argentina tuvo complicaciones: en la final Fabián Sejanes y su caballo Emir sumaron 14 penalizaciones, Martín Dopazo, acompañado de Quintino 9, sumó 12 faltas y el platense Matías Albarracín, junto al gran Cannavaro 9, cerraron la actuación con 22 faltas, para un total de 49. Pero el equipo se benefició de los retiros de Gran Bretaña, Alemania y Francia, para alcanzar así un histórico séptimo lugar: un diploma olímpico de gran superación para el equipo argentino…
“El primer objetivo era llegar a una final, ya sea individual o por equipo. Yo me había planteado más la competencia por equipos porque era una materia pendiente, porque individual yo ya lo había logrado, y por suerte ayer, con una buena actuación, logramos ponernos entre los diez mejores equipos. Y hoy se podía dar cualquier cosa, pero nosotros teníamos que avanzar dos puestos para llevarnos un diploma. Lo de la medalla era una utopía: está bueno soñar, y no está mal, pero cómo veníamos rindiendo, también estaba difícil. Por suerte terminamos, porque acá había que llegar al punto de llegada”, le explicó a Horizonte el jinete platense, después de la competencia.
Sobre la final, Albarracín aceptó que “acumulamos un poco de faltas de más, ese es el sinsabor que tengo por lo menos yo, que Cannavaro no merecía terminar con cinco derribos; tampoco lo monté muy bien. Pero sí merecía tener otro diploma y otro Juego Olímpico con su nobleza. Él se retira bien y eso me pone contento. Dio hasta la última gota para llevarse su premio, que es un diploma olímpico, que no es poca cosa”.
Albarracín pidió enfocarse y trabajar para París, entendiendo que “se puede”, en lugar de quedarse resignado con las distancias entre Argentina y el resto del mundo. Y piensa que este segundo diploma consecutivo puede servir para colocar los pilares de ese crecimiento: “Estamos satisfechos, estamos contentos. Sobre todo porque es una inyección anímica para lo que sigue, creemos que se puede. Nos gustaría quedar séptimos la próxima, pero con menos faltas respecto del sexto, quinto, cuarto. ¿Medallas? Se puede soñar, pero hay una distancia enorme. Hoy, los tres integrantes de este equipo no son residentes en Europa, que es la meca de la equitación. Dos vivimos en Argentina, uno se encontró con un caballo en Europa hace cuatro meses, y otro vive en México, donde el nivel es bueno pero no es Europa. Hay que radicarse en Europa durante mucho tiempo si uno quiere pretender soñar con una medalla. Para competir por las medallas hay que vivir en Europa, hay que jugar en el Grand Slam”.
Pero el diploma “es importantísimo”, y un premio también a la constancia, porque mientras países candidatos como Francia, Alemania y Gran Bretaña se “mancaron” en la final, “nosotros por ahí no fuimos de lo mejor pero fuimos constantes, entonces nos llevamos nuestro premio. Independientemente, tiene que doler, y nos duele, y queremos hacerlo un poco mejor, queremos estar más cerca del lote de adelante”.
Albarracín reflexionó también sobre los Juegos extraños, en pandemia, que le tocaron, unos Juegos donde “dimos lo mejor dentro de la circunstancia que nos tocó”, pero donde no pudo saltar en invididual, como hubiera querido. “Me tocó solo por equipo, que estoy contento y satisfecho, pero no pude ver otros deportes, no pude alentar a los argentinos, no pude conversar con mis amigos mientras almorzaba, no pude recorrer Tokio, conocer. Me gusta hacer cultura, historia, pasear… No pude. Pero es lo que es, estoy contento de haber estado acá y forma parte de mi librito, una página muy importante”.
Para adelante, el jinete afirmó que “no hay que descansar. Hay que tratar de levantar la equitación argentina porque se puede y de ahí salimos dos jinetes que hoy somos diploma. Hay que salir un poco de la mediocridad y, hablando del olimpismo, lo que se viene son los Juegos Odesur, Santiago, donde sí queremos pelear una medalla, y soñar con París 2024, con algo más confirmado, con algo más compacto. Ese es el sueño”.
¿Estará Albarracín en ese camino? “Hoy necesito reemplazo para Cannavaro, que es casi imposible, han visto todo lo que logró, no creo que en Argentina haya un caballo parecido. Este fue el crack de mi vida. Al que viene, lo voy a tener que convertir en tal, vamos a tener que usar un disfraz. Pero yo tengo todas las ganas. Y si no voy a empujar desde donde sea. Seré herrero, diseñador, haré la carrera de veterinaria, pero estaré junto al equipo argentino como pueda”.