#Vela / Victoria Travascio, de Lima a Tokio
Hace poco más de un lustro, Victoria Travascio puso su vida en pausa: le quedaba un año para terminar la facultad, pero junto a Sol Branz vio la chance concreta de llegar a los Juegos Olímpicos de Río 2016 en una nueva clase, la 49erFX. Una aventura que no podía dejar pasar, pero, claro, que fue a pulmón: comenzaron sin sponsors, sin Enard, sin nada, con la duda repicando en el fondo de sus cabezas. ¿Estaba bien dejar todo por cuatro años, por el sueño olímpico?
El tiempo les dio la razón: se bañaron de oro en Toronto 2015 y consiguieron el pase a los Juegos de Río. Misión cumplida: ahora, debían volver a sus vidas “normales”. ¿No? No: “Río fue un final, lo planteamos como lo último”, concede Travascio, pero “después se abrió algo nuevo”. Una nueva aventura que tras los Juegos Panamericanos de Lima ya tiene su final con sede confirmada: la dupla estará en sus segundos Juegos Olímpicos, en Tokio 2020.
¿Por qué decidieron seguir? “Nos costó mucho formarnos como equipo, conseguir lo que conseguimos, los logros, pero también la estructura: los barcos, el apoyo y la confianza del Enard, que es difícil cuando empezás y no tenés logros”, cuenta Vicky. “Cuando terminó Río, si bien no fue un buen campeonato, fue el momento donde considerábamos que más formadas estábamos como equipo, que teníamos el equipamiento para seguir unos años más”.
“Fue el momento donde todo empezó a fluir”, agrega. “Antes de Río era todo correr todo atrás de la liebre, nos faltaba una vela, había que aprender tal maniobra… todo muy a las corridas. Pero cuando terminó Río, nos tomamos unos meses para pensar y nos dimos cuenta que teníamos todo armado, que nos llevábamos bien, confiábamos una en la otra, la seguíamos pasando bien juntas. Un día en diciembre nos sentamos y nos dijimos: ‘Tenemos todo esto’. Y ahí arrancamos de nuevo”.
Así comenzó un nuevo ciclo olímpico con parada obligada, hace un par de semanas, en Lima, para lo Juegos Panamericanos, donde defendían oro y donde buscaban, además, la ansiada plaza olímpica: debían terminar como las mejores sudamericanas, aunque no importaba la posición de las candidatas brasileñas, que ya consiguieron su boleto a Tokio.
“Milanga”, el bote de Travascio y Branz, logró el ticket olímpico. Y de paso, una medalla de bronce, la segunda presea panamericana para la dupla.
“Estamos contentas con la medalla, pero también creíamos que podíamos llegar a una medalla de otro color”, dice Travascio de sus sensaciones. El torneo convocó a cinco embarcaciones, y estaban entre las competidoras los botes de Estados Unidos y Canadá, que demandan “mucho respeto”. Además, claro, de las brasileñas Grael-Kunze, oro en Río 2016, y plata en Toronto 2015, detrás de Travascio Branz. Subir al podio para las campeonas defensoras era un desafío en sí mismo.
“Pero fuimos a intentar ganar, sabiendo que era muy difícil”, afirma Travascio, “pero en Toronto les ganamos, así que era posible. Pero no tuvimos un muy buen arranque, y tuvimos algún día malo… Fue un campeonato de mucho aprendizaje: en algún momento se nos complicó bastante, pero supimos sortear algunas dificultades como equipo”.
Una semana después, “arranca otro objetivo”, y Travascio está otra vez en el aeropuerto. De Perú a Argentina, con el bronce y la plaza olímpica, y luego hacia Tokio, donde se lleva a cabo el test event (evento donde se prueba una de las sedes olímpicas) Ready Steady Tokyo, en Enoshima.
Entre tanto periplo, Travacio y Branz “no llegamos a hacer la registración ni la medición, así que vamos a ir a ver el campeonato desde afuera, a hacer un análisis del viento, vamos a salir en bote a analizar las rotativas del viento, cómo es la corriente, cómo son las olas. Y cuando termine el campeonato empezamos a entrenar” con las miras puestas en la World Cup que se disputa en el mismo lugar, del 25 de agosto al 1° de septiembre.
Será la primera prueba de una cancha que las volverá a ver dentro de un año. ¿Y después? ¿Seguir la vida del navegante? ¿Volver a la vida “normal”? “Termina un ciclo, tenemos toda la energía puesta en eso… y no tengo muy claro que quiero hacer después”, confiesa Travascio.