Los 32° Juegos Olímpicos, en 32 momentos

Los 32° Juegos Olímpicos, en 32 momentos

Argentina dice presente
Era una ceremonia fría, sin la algarabía del público, desprovista de espectáculo. Y entonces entró Argentina en escena: saltando, cantando, felices de estar allí, el pogo inaugural del deporte albiceleste tuvo mucho de descarga, tras un año y pico de incertidumbre pandémico y remando, siempre, desde el devaluado fin del mundo.
Adiós a la doctora dorada
Para Paula Pareto, Tokio era el último Juego Olímpico: bronce en 2008, oro en 2016 y diploma olímpico en 2012, La Peque llegaba a Japón con una historia para el cine. La campeona olímpica defensora se recibió camino a Tokio de médica, y dividió el tiempo entre la preparación para Japón y la lucha en la primera línea contra el COVID. Fue abanderada olímpica, y al otro día salió al tatami en busca de un cierre con medalla. En el camino, se encontró con la japonesa Funa Tonaki, campeona mundial también ella, y se despidió sin presea: cuando llegó a zona mixta, había lágrimas en su rostro, pero de felicidad. La felicidad de hacer las cosas bien, de dejar todo.
El sueño de Abi
Dos semanas antes de los Juegos Olímpicos, Abigail Magistrati no sabía que iba a estar en Tokio: el doping de la clasificada Martina Dominici abrió una puerta, aunque la confirmación tardó en llegar. La gimnasta terminó arribando en Tokio horas antes de tener que competir, pero finalmente, contra viento y marea, tuvo su primera experiencia olímpica con solo 17 años. Y fue feliz: la más chica de la delegación argentina disfrutó cada momento de esa prueba clasificatoria que la habilita, ahora, para hacerse el tatuaje olímpico.
Biles dijo basta
Simone Biles llegó a los Juegos de Tokio como su máxima estrella: favorita absoluta para todo, su victoria parecía consumada antes del inicio de las competencias. Pero el proceso interior era mucho más complejo: atosigada por la presión, la gimnasta estadounidense tuvo una clasificación menos que impresionante, y dos días más tarde, tras realizar su primer salto en las finales por equipo, se dio cuenta de que no quería saber más nada, que su mente le pedía que por favor, que basta. Con coraje, no cedió a la presión del mundo, de los sponsors, del circo, y escuchó a su cuerpo. Un ejemplo para la eternidad, mucho más que una medalla (pero igual consiguió dos preseas: una plata y un bronce): “Al final de cuentas, no sólo somos entretenimiento. Somos humanos y hay cosas tras bambalinas con las que debemos lidiar”.
Imperio en crisis
Caleb Dressel, un tipo tranquilo, echaba espuma por la boca. “Es inaceptable”, lanzaba, amable pero caliente, desde la zona mixta: Estados Unidos acababa de terminar quinto en un relevo, el novedoso 4×100 estilos mixto. La última vez que había quedado fuera del podio olímpico en los relevos había sido apenas tres días antes, en el 4×200 masculino, pero la vez anterior a esa había sido, atentos, 109 años, en 1912. Ah: hasta 2020, había sido la única vez en toda la historia. La cosa no iba bien hasta allí. Estados Unidos había cosechado 16 oros en la pileta de Londres, y otros 16 en Río. Lilly King entró a los Juegos afirmando que las mujeres norteamericanas podían ganar todos los oros. La realidad fue muy distinta: EE UU terminó dividiendo medallas con sus rivales, entre ellos la renacida Australia, que tuvo su mejor competencia de la historia en la piscina y fue una verdadera pesadilla para las mujeres norteamericanas, derrotándolas en postas y despojando de dos oros a la reina Katie Ledecky. En las últimas dos jornadas de natación, los norteamericanos encausaron la cosecha gracias a la sorpresa de Bobby Finke y los cinco oros de Dressel, pero en el camino el equipo entregó pruebas que nunca había perdido. Fueron 11 oros al final, la peor cosecha desde 1992, antesala de unos Juegos complicados para Estados Unidos, con derrotas en varias pruebas que suele dominar (particularmente en atletismo (7 oros, contra 13 de Río, y sin final en el 4×100), aunque, finalmente, venciendo a China en el medallero por una dorada.
Imperio en crisis (II)
Esa dorada que se decretó la caída china en el global fue la del dobles mixto de tenis de mesa: el deporte es dominado absolutamente por los asiáticos, que no tienen permitido caer ante extranjeros y que llegaban a Tokio con 28 de 32 oros olímpicos. Pero en la primera competencia, el dobles mixto, cayeron ante Japón en la final para plata. Se encendieron varias alarmas, aunque, finalmente, el resto de los oros del tenis de mesa fueron chinos.
El oro insólito
La neerlandesa Annemiek van Vleuten cruzó la meta de la final del ciclismo ruta y abrió los brazos celebrando. La favorita había ganado el oro… o eso creía. Porque resulta que la austríaca Anna Kiesenhofer, la candidata de nadie, se había cortado varios kilómetros antes y si bien la neerlandesa pensaba que el pelotón había atrapado a todos los que se habían escapado, la austríaca había seguido pedaleando en soledad al oro. Como no se permiten las telecomunicaciones, como en otras competiciones de ciclismo, nadie sabía que Kiesenhofer iba solita a la vanguardia…
El rezo en el mar
El surf debutó en los Juegos Olímpicos, y demostró ser el menos televisable de los nuevos y espectaculares deportes que el Comité Olímpico sumó a la grilla en público joven. Mucho más, al desarrollarse en una playa brumosa, de olas sucias y revueltas donde, lejos de mostrar tubos y espectaculares saltos aéreos, los surfistas tuvieron que laburar para ganar puntos. Emergió victorioso de la compleja contienda Italo Ferreira, y entregó una de las postales más bellas de los Juegos: abrumado de emoción, se tomó un segundo para dedicar un rezo al mar y a la vida. Había pasado de todo en el camino al oro: antes de viajar a Tokio le robaron el pasaporte y la visa, y aunque consiguió reponerlas justo antes de viajar, un tifón retrasó su vuelo a Tokio. La competencia comenzó sin él: llegó a la orilla con su heat ya comenzado, usando la misma malla que había utilizado en el avión. Saltó al agua y, en los minutos que quedaban, consiguió pasar de ronda.
La corrida de Mendy
La primera medalla se ponía esquiva para la delegación argentina, que depositaba sus esperanzas en el seven de rugby: Los Pumas disputaban el bronce ante Gran Bretaña, verdugo en Río, pero el partido estaba empatado a falta de tres minutos. Estaba para cualquiera. El que se hizo cargo del momento fue Ignacio Mendy, que tomó la ovalada, quebró y se fue hacia el try, en una corrida para la historia.
Fiji dorada
La pequeña Fiji celebró cuando el rugby ingresó en el programa olímpico, en 2016: nunca habían ganado una medalla en un Juego Olímpico, y sabían que esta era su chance. Y así fue: los ganadores de 2016 repitieron en 2020 y, de paso, se llevaron la presea plateada en la rama femenina.
Scola: el último baile
El último vuelo de la Generación Dorada fue en Río 2016, pero Luis Scola decidió seguir tras aquellos Juegos, acompañando el proceso de transición y apuntalando a la nueva generación de basquetbolistas argentinos. No lo hizo nada mal: subcampeones del mundo en 2019, clasificaron a los Juegos de Tokio cuando muchas potencias quedaron afuera, y se metieron entre los primeros ocho a pesar de una preparación complicada, con poca competencia, a causa del COVID. Australia le puso freno a las ilusiones argentinas en cuartos de final, pero cuando Luifa salió de la cancha por última vez, los rivales, el partido, el mundo entero se pararon para aplaudirlo.
La intersección de los oprimidos
La transmisión trataba de disimular el momento, de marcar algún plano general, mientras en el podio Raven Saunders, subcampeona olímpica en lanzamiento de bala, que hace cinco años intentó quitarse la vida tras quedar quinta en Río y sufrir todo tipo de lesiones que la dejaron al borde del colapso mental y económico, levantaba los brazos por encima de la cabeza y formaba una “X” con las muñecas. Esa equis, dijo una de las atletas que desafió los límites de la famosa Regla 50, que intenta evitar manifestaciones políticas en los Juegos, “es la intersección, respondió la atleta, donde se encuentran todas las personas oprimidas”.
Salto a la eternidad
Yulimar Rojas tenía una cita con el destino en Tokio: quería oro, quería romper el record mundial que se había sido impuesto dos meses antes de su nacimiento en 1995 en el salto triple. Avisó de sus intenciones en el primer intento: 15.41, record olímpico. Con algunos nulos evidenció que estaba en un plano distinto del resto de sus competidoras. Pero llegó el sexto salto, y allí seguía el record mundial. Entonces saltó a otra galaxia: en el último intento, marcó 15,67 metros. Una exhibición absurda.
La pequeña hada
El skate debutó en los Juegos Olímpicos y en sus variantes de street y park entregó podios verdaderamente adolescentes, particularmente en la rama femenina, donde tuvimos el el podio más joven de la historia en park: oro para Sakura Yosozumi -Japón- 19 años; plata para Kokona Hiraki -Japón- 12 años y Sky Brown -Gran Bretaña- 13 años. Pero la estrella del deporte fue la medalla plateada en street, Rayssa Leal, la carismática chica brasileña de 13 años que se convirtió en furor viral hace un lustro mientras patinaba vestida de hada. La “fadinha” terminó a los abrazos con todas sus compañeras, reflejo perfecto de los nuevos valores que traen los deportes emergentes al programa olímpico.
Momento olímpico
Dos medallistas compartieron el oro en atletismo por primera vez en Tokio: Mutaz Essa Barshim, el favorito, y Gianmarco Tamberi, la sorpresa, se encontraban empatados en 2,37 en el salto en alto; ambos intentaron saltar 2,39, pero sin éxito, y tras tres intentos fallidos, les ofrecieron un “jump off”. Pero Barshim, que tenía todo para ganar el desempate ante el italiano, sabía que había otra posibilidad: “Can we have to golds?”, le dijo al oficial. La felicidad de Tamberi mientras Barshim aceptaba compartir el primer lugar era de una incrédula felicidad. Terminó dando vueltas de emoción operática por el suelo del Estadio Olímpico, festejando su campeonato olímpico… justo cuando su compatriota Marcell Jacobs sorprendía los pronósticos para ganar los 100m, a metros de él. La celebración entre ambos es una postal de camaradería y amor olímpico.
Las flechas desafiantes de An San
Con solo 20 años, la coreana An San llevaba dos medallas doradas en los Juegos, pero en su país natal era víctima de todo tipo de ciberataques: al parecer, a una patrulla de trolls antifeministas no le gustaba el corte de pelo, corto, de la nueva ídola de las surcoreanas, y decidió lanzar todo su poderío virtual contra ella. ¿La respuesta de An? Oro también en la prueba individual, para convertirse en la primera surcoreana en ganar tres oros en un solo Juego Olímpico.
Un sinsentido
Era el duelo más esperado del atletismo. En la previa, Rai Benjamin había marcado el segundo mejor tiempo de la historia en 400 vallas, y Karsten Warholm respondió quebrando un record mundial de casi tres décadas de vigencia. Este tipo de duelos suele decepcionar las expectativas, pero no fue el caso: la final de los 400 vallas en Tokio fue una verdadera locura. Benjamin bajó el record de Warholm a 46.17… y perdió, porque Warholm llevó su plusmarca a 45.94, el primero en bajar 46 segundos. Alison dos Santos fue bronce, con un tiempo de 46.70, superior al anterior record mundial… 
El rugido de Las Leonas
Río había sido una decepción para Las Leonas: por primera vez desde su conformación, en Sidney 2000, caían en cuartos y se quedaban sin podio. Desde entonces, sobrevinieron dudas, sobre la nueva camada, sobre el futuro, sobre una hegemonía que parecía disolverse mientras el mundo elevaba su nivel y las desafiaba a cada paso. Tokio podría haber sido la confirmación de la caída, y en lugar de eso, fue sede del renacimiento, con fecha exacta: el encuentro de cuartos de final ante Alemania mostró el mejor nivel en años para la selección. Y las empujó a tener dos chances de medalla. Finalmente, serían de plata: el otro tendrá que seguir esperando.
Nole: del Golden Slam inevitable a otro Juego sin medallas
Novak Djokovic llegaba a Tokio 2020 envuelto en aires de invencibilidad. Para colmo, del torneo se habían bajado varios rivales, y todo asomaba como un paseo para el serbio, que buscaba el Golden Slam, el Grand Slam junto al oro olímpico, en un mismo año calendario. Nole paseó hasta semis. Allí chocó con Zverev, que lo sacó de la puja por el oro el mismo día que cayó en la semi del dobles mixto. Jugó contra Carreño por bronce furioso. Y perdió. Y entonces, se bajó del encuentro por bronce del dobles. El oro sigue esquivo para el serbio.
Al borde de la muerte
Miles de argentinos vieron como Exequiel Torres quedaba a solo un punto de la final olímpica en el BMX, en una de las carreras más accidentadas de los Juegos: en medio del vértigo el campeón olímpico en Río 2016, Connor Fields, se pegó terrible porrazo y fue luego embestido por dos ciclistas. Parecía solo un golpe, luego un golpe con fractura, pero Fields terminó con hemorragia cerebral y pérdida de memoria. “La cantidad de comentarios que recibí diciéndome ‘faltan tres años para París’. ¿Entiende la gente que casi muero? Hemorragia cerebral, sin memoria… Quizás no estoy listo para comprometerme para París, ¿no? ¿Podemos estar tranquilos por un segundo? Mejor enfocarnos en el almuerzo de la semana que viene primero…”, tiró en Twitter.
La perfección
45 años después del vuelo de Nadia Comaneci, otra adolescente repitió su hazaña, aunque en otro deporte. La china Hongchan Quan, de apenas 14 años, saltó desde la plataforma de 10 metros con tanta maestría que todos los jurados vieron lo mismo: 10. No lo hizo una vez. Lo hizo tres veces. Tres 10 perfectos. Nadie había hecho algo semejante.
Los Juegos de la inclusión tuvieron su medallista
El deporte rompe sus propias barreras: los Juegos de Tokio tuvieron una pesista transgénero, una skater no binaria, y Quinn, la primera deportista olímpica abiertamente transgénero en ganar una medalla de oro.
Más grande que Carl Lewis
Allyson Felix fue madre en 2018 y, desde entonces, se ha convertido en una de las más firmes defensoras de la mujer en el deporte, llegando a denunciar a Nike, rey del deporte estadounidense, por bajarle el contrato al quedar embarazada. “Si yo no puedo asegurar tener protecciones ante un embarazo, ¿quién puede?”, tiró Felix, que llegó a su quinto Juego con 9 medallas en la vitrina. Para seguir ganando: a sus 35 años, puso fin a su carrera, pero no sin antes conseguir el bronce en los 400 metros y el oro en el relevo 4×400, ampliando su botín a 11. En sus pies, llevaba unas zapatillas que ella misma diseñó para la compañía que fundó. Ahora tiene más que nadie en la historia del atletismo, salvo el corredor de fondo finlandés Paavo Nurmi que logró 12 entre 1920 y 1928.
Record total
El georgiano Lasha Talakhadze llegaba a Tokio campeón olímpico y candidato, y vaya si cumplió: en la competencia de la máxima categoría de los varones en la halterofilia de los Juegos, +109 kilos, mejoró los tres récords mundiales del peso que se estrenó en esta nueva edición en Japón: Talakhadze levantó 223 kg en arranque, llegó a sumar 265 kg en envión, y tras quebrar los récords mundiales en cada fase, la sumatoria de ambas modalidades le significó un total de 488 kilos para alcanzar la tercera nueva mejor marca mundial.
El caballo que no quería
En el pentatlón, los caballos se adjudican a los jinetes por sorteo: a Annika Schleu le tocó Saint Boy, que no le dio mucha pelota y no quería saber nada con competir. La imagen de Annika, llorando y tirando del caballo recorrió el mundo, generando todo tipo de comentarios, algunos criticando a la pentatleta por maltratar al bicho que, simplemente, no quería. La entrenadora incluso golpeó a Saint Boy. La descalificaron.
La reina Hassan
La neerlandesa Sifan Hassan había disputado seis carreras, casi 25 kilómetros en la pista del Estadio Olímpico de Tokio antes de la última prueba de un alucinante objetivo para la fondista: corrió en una semana los 1.500, donde fue bronce, y los 5.000, donde fue oro, para cerrar con el primer puesto en los 10.000. El doblete había probado ser suficiente para los colosos del fondo, gente como Mo Farah, Kenenisa Bekele y Tirunesh Dibaba, pero ella quiso agregar los 1.500 para una trifecta de medallas en fondo que ninguna otra mujer había logrado y que quizás no se vuelva a ver en unos Juegos.
El voley, coronado de gloria
A esta generación del voley se le pedía un golpe. Ellos mismos lo querían, y llegaron a Río como candidatos a darlo. Ganaron el grupo y tocó… Brasil, el mejor del mundo. Argentina quedó fuera, pero cinco años más tarde habría revancha: Loser bloqueó la última del tie break para, ante el mismo Brasil, conseguir el bronce, premio a un equipo que nunca paró de luchar por conseguir la gloria.
El básquet NBA, al galope
Con derrotas en los amistosos y en su partido inaugural ante Francia, el triunfo seguro del básquet de Estados Unidos fue cuestionado. Pero al final, EE UU llegó a la final ante la misma Francia, y le ganó, sin demasiados inconvenientes, para volver a ser oro: la única vez que un equipo NBA no encabezó el podio fue, claro, en 2004…
Las noches francesas
Los franceses no consiguieron dar el golpe en basquet, pero si lo dieron en handball femenino y masculino y voley femenino, estos dos casi en simultáneo. Hubo bronce para el basquet femenino, y medallas para el equipo mixto de judo, el equipo de espada, el seven femenino y hasta el triatlón mixto: Francia fue el rey de los equipos en Tokio.
El adiós de la reina del nado sincronizado
Las estadísticas de Svetlana Romashina son absurdas: llegó a Tokio con un oro en el dueto del nado sincronizado en Beijing, dos oros, en equipos y dueto, en Londres, y dos más en Río. Y sumó otros dos oros en Tokio, con 31 años. “Puedo decir que estas medallas fueron las más difíciles de mi vida. Es difícil ser madre y atleta al mismo tiempo. Estoy feliz, pero entiendo que estos son mis últimos Juegos Olímpicos. Cuando terminó la rutina, solo quería decir ‘listo, eso es todo’. Quizás me vean como entrenadora, no lo sé, quien sabe”.
La maratón sin transpirar
En el cierre de Tokio, Eliud Kipchoge salió a correr los 42,195km como favorito absoluto: campeón olímpico en Río, cumplió con los pronósticos, se llevó la prueba por casi dos minutos sin transpirar ni exigirse demasiado, y se convirtió en el tercer maratonista en ganar dos veces consecutivas la prueba, tras Abebe Bikila y Waldemar Cierpinski.
Tokio se despide
En una ceremonia austera como la primera, pero con sensación de felicidad y alivio por la tarea cumplida, Tokio se despidió de los Juegos que comenzaron hace dos semanas envueltos en incógnitas y miedo. 15.000 millones de dólares después, quizás más, se terminaron los Juegos Olímpicos de Tokio, con una sonrisa, pero también con varias preguntas abiertas. ¿Qué se supone que deben ser los Juegos Olímpicos? ¿Un evento libre de interferencias políticas como insiste el COI? ¿Una bonanza para los patrocinadores y los dueños de los derechos de televisión? ¿Un paso pequeño por la paz mundial? Pero a pesar de las interrogantes abiertas ante un evento que se realizó contra la voluntad de casi todos, de los tokiotas, de la ciencia, de la economía, los Juegos no fracasaron: salieron adelante, sin contagios masivos (aunque con una suba de casos record en Tokio) y ya respiran aliviados. No así el COI, que enfrentará en seis meses los Juegos de Invierno que se desarrollarán en Beijing, mientras el mundo acusa a China de segregar y explotar a la minoría uigur en campos de concentración y el mundo deportivo le pide al Comité Olímpico que se expida al respecto. ¿Habrá boicot de Occidente? En apenas unos meses, tendremos otro apasionante culebrón olímpico.