Equipos dorados

Hábil declarante, Diego “El Cholo” Simeone le dijo esta semana a La Nación que los argentinos “no sabemos jugar en equipo”. “Individualmente somos talentosos, creativos, fuertes, valientes, pero… no vemos al de al lado como a un hermano”, agregó, en una entrevista que ya da la vuelta al mundo por varios conceptos polémicos más.

Claro, el problema de hacer sociología de barrio y futbol-centrista quedó al descubierto, en un caso de karma instantáneo, durante la primera semana de los Juegos Panamericanos de Lima 2019: Argentina se encuentra en sexto lugar en el medallero, mejorando su colocación en Toronto, gracias al impulso de sus equipos.

Simeone llamó a la Generación Dorada una “magnífica excepción” pero, parece, se olvidó de otras excepciones: hasta el momento, el handball masculino, el basquet de varones, el voley de chicos, el seven de chicos y el softbol masculino fueron campeones panamericanos. Cinco oros de los 15 totales de la delegación aportados por equipos, a los que además se suman la plata de La Garra y el basquet 3×3 femenino.

Y podemos agregar, por qué no, los oros del K2 y K4 masculino, la plata del K2 femenino y el bronce del K4, en canotaje, la plata del dobles de tenis, el oro del equipo mixto de rifle 10m, el bronce del pentatlon y la plata del bronce del beach. Que, después de todo, son equipos, aunque sea en disciplinas habitualmente individuales.

El tenis de mesa dará una medalla en dobles hoy, y el fútbol, claro, tiene a sus dos combinados en semis. Y todavía faltan las medallas de la vela y el remo, y Leonas y Leones… 

Una barbaridad de medallas por equipo: de los 10 deportes por equipo “tradicionales” (es decir, sin entrar en dobles o emparejamientos de deportes individuales) -a saber: basquet, basquet 3×3, handball, beisbol, softbol, rugby, voley, voley playa, hockey, fútbol-, Argentina ganó medallas en todos los disputados hasta el momento, tanto en hombres como en mujeres, excepto en béisbol y en rugby, donde el combinado femenino quedó quinto.

Argentina ganó medallas en todos los deportes por equipo disputados hasta el momento, tanto en hombres como en mujeres, excepto en béisbol y en rugby, donde el combinado femenino quedó quinto.

Y en realidad, tiene mucho sentido: podríamos hablar de cómo los pueblos en perpetua crisis, en realidad, tienen una tendencia a la solidaridad casi innata, casi como un instinto de supervivencia; como el deporte ha mamado eso, cómo sus equipos se han hecho más fuertes cuando faltaban toallas, agua caliente, ropa y todo eso que hoy muestran las publicidades y mañana olvidarán. 

Después de todo, otra vez desmintiendo las palabras de Simeone, el conjunto de voley masculino llegó a Lima después de haber realizado una conferencia de prensa en conjunto con Las Panteras, denunciando descalabros dirigenciales, deudas de cuatro meses, integrantes del equipo que no tenían “ni para el almuerzo” y falta de profesionalismo y respuestas en su federación. Los varones, igual, repitieron el oro de Toronto 2015.

Pero no hace falta, sin embargo, hacer este tipo de análisis seudosociológicos que a veces suenan lindo: el deporte argentino siempre fue en equipo, simplemente, porque los deportistas argentinos se forman, o se formaban al menos hasta estos tiempos del Enard, en los clubes. 

Y en los clubes de barrio, para contener a 20 pibes, era más fácil jugar 10 contra 10 con una pelota, que uno contra uno y que cada uno tuviera que equiparse, y que un solo entrenador, seguramente ad honorem, tuviera que prestar atención a todos.

Allí, en los clubes, creció la Generación Dorada: el mapa de los clubes de Bahía Blanca (uno cada un puñado de cuadras) no miente y explica cómo pudieron surgir de esa pequeña ciudad tres jugadores de aquel equipo campeón olímpico, entre los que se contaba un tal Manu Ginóbili. Allí, en los clubes, en gimnasios descuidados con el piso de madera levantado por la humedad y la falta de mantenimiento, conocieron el voley, el handball, todos los campeones panamericanos de este año. 

Y más que el egoísmo, lo que es argentino son los clubes: esa forma de organización asociativista que no existe en casi ningún lado del mundo, y que en Argentina nos empeñamos en ningunear, como ninguneamos una y otra vez el trabajo en equipo. Quizás haya que ver menos fútbol.